10 nov 2008

un poco de historia sobre las hermanas mirabal

Detalles del crimen, la impunidad de sus asesinos y declaraciones de Doña Dedé Mirabal con datos inéditos que debes conocer.

Desde inicios de los años sesenta el movimiento 14 de Junio era un dolor de cabeza para el Generalísimo Trujillo, no transcurría un día que no le llegaran a su escritorio informes del SIM sobre muchos desafectos del régimen que pertenecían de manera secreta a este creciente grupo clandestino, precisamente ya para el 18 de Mayo de 1960, las hermanas Minerva y Maria Teresa, esposas del Lic. Manolo Tavarez Justo y del Ing. Leandro Guzmán, todos cabecillas de dicho movimiento insurreccional, habían sido juzgadas en Santo Domingo ,al igual que sus esposos, por atentar contra la seguridad del estado. Se les declaró culpables y fueron condenadas a tres años de prisión, inmediatamente todos comenzaron a purgar sus penas, pero ellas no durarían mucho en la cárcel, en un gesto extraño, el 9 de Agosto y por Disposición expresa del Generalísimo, Minerva y María Teresa Mirabal fueron puestas en libertad, sus maridos sin embargo continuaron en prisión. Estas ¨Disposiciones del Generalísimo¨ tenían doble propósito, por un lado pretendía demostrar la Generosidad de Trujillo, por el otro les daba la libertad a aquellas personas a quien él quería seguir hostilizando, este último era el caso de las Mirabal. No bien habían pasado un par de semanas de la libertad y ya existían informes sobre reuniones secretas contra el régimen encabezadas de nuevo por las Hermanas Mirabal ésto, sumado a las presiones internacionales entre muchas cosas por el atentado en Venezuela contra el Presidente Rómulo Betancourt, por el que la OEA sancionó al estado dominicano con rompimiento de Relaciones diplomáticas y económicas y la creciente caída de los diferentes regímenes dictatoriales en américa latina era ya demasiado para el Generalísimo y en medio de un informe que inició de nuevo con los pasos que daban estas mujeres rebosó la copa de la tolerancia y Trujillo le ordenó al General Pupo Román un plan para desaparecer definitivamente a las Hermanas Mirabal. Recomendándole usar al SIM para su ejecución. La primera medida que tomó Pupo Román fue el traslado de los presos a la cárcel de Salcedo, al parecer aparentando benevolencia, pues de este modo no tendrían que realizar largos viajes a la cárcel de La Victoria, que era donde cumplían sus penas los esposos, en verdad esto era el inicio de la capitalización del plan para la eliminación de las hermanas Mirabal. El General Pupo Román, cumpliendo las orientaciones del Generalísimo dejó en manos del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) a la sazón dirigida por el Capitán de Corbeta de la Marina de Guerra (Mayor) Cándido Torres Tejada, quien había sustituído al siniestro Jhonny Abbes, que se encargaba en ese momento de dirigir la campaña contra la Iglesia y a la emisora Radio Caribe, pero en verdad Abbes seguía dirigiendo con sus ideas y tras bastidores al organismo opresor , para dar cumplimiento a la orden Torres tejada se dirigió a Santiago y le dio las instrucciones al jefe sel SIM en la zona norte ,el entonces Teniente Víctor Alicinio Peña Rivera y según escribe en su libro el propio Peña Rivera, éste le expuso el plan de la siguiente manera: ¨Vengo de parte del ministro de las Fuerzas Armadas, General Román, para que dispongas el traslado a Puerto Plata de los esposos de las Hermanas Mirabal, la justificación del traslado será el descubrimiento de armas clandestinas dirigidas al movimiento que ellos encabezan, la idea es que ellos nos ayuden a determinar si las personas apresadas las pueden identificar como miembros del movimiento, una vez terminado esto les puedes decir que serán regresados a Salcedo de nuevo. Una vez trasladados les prepararás una emboscada en la carretera a las Hermanas Mirabal, deben morir y se simulará un accidente automovilístico, ese es el deseo del jefe¨. Al día siguiente el cabo de la Policía Nacional Ciriaco de La Rosa llegó a los cuarteles del SIM en Santiago para cumplir con el plan, solicitó cuatro agentes y un vehículo para conformar el escuadrón de acción , Peña Rivera asignó a Alfonso Cruz Valerio, Emilio estrada Malleta, Néstor Antonio Pérez terrero, y Ramón Emilio Rojas Lora. El 18 de Noviembre el escuadrón regresó sin cumplir la orden alegando que las hermanas Mirabal viajaban con niños, el 22 de noviembre regresaron de nuevo alegando las mismas causas, pero el 25 de noviembre se pudo comprobar que en esa visita no andaban con niños sino con un chofer y otra de sus hermanas (Patria), se decidió entonces ejecutar el macabro plan. Tras despedirse de sus respectivos maridos, en el patio de la fortaleza, las tres mujeres y el chofer, salieron rumbo a Salcedo, planeando la próxima visita para la siguiente semana. Ya fuera de Puerto Plata, el jeep se desplazaba por la serpenteante carretera y al llegar al puente de Mará Picá, fueron detenidos por cuatro hombres que tenían un carro cepillo atravesado en medio del puente. Las tres mujeres fueron obligadas, a punta de pistola, a subirse al asiento trasero del carro de los sicarios, mientras tres de estos se montaban con el chofer en el jeep, dirigiéndose hacia La Cumbre donde estaba La Mansión, en la que les esperaba el capitán Peña Rivera para darles las instrucciones finales.

En el camino, en una de las curvas de la carretera, casi cerca de la cumbre, bajaba un camión del Instituto de Seguros Sociales, era conducido por José Gabriel Pérez quien viajaba junto a tres compañeros (Pérez testificó luego en el juicio contra los asesinos) lo que aprovechó Minerva para vocear: ¡Nos van a matar…Nos van a matar…! El camión hizo como que se iba a parar, pero una acción de los que venían atrás en el jeep los hizo desistir y continuaron su camino. Las prisioneras habían perdido su única oportunidad de librarse de sus captores.

Los dos vehículos entraron al patio de la Mansión. Las mujeres y el hombre fueron llevados a la fuerza por los sicarios dentro de la casa. De inmediato Peña Rivera hizo una seña a de la Rosa para que actuaran, retirándose hacia una lejana habitación de la casa.

Hubo un instante en que las mujeres, mirándose a los ojos se habían comunicado y trataron de escapar, pero fueron fuertemente sujetadas por los sicarios. El sargento de la Rosa salió por un momento de la casa y se dirigió al carro en que andaban y sacó cuatro garrotes que habían cortado cerca del puente Mará Picá y que llevaban en el baúl del cepillo.

Entró a la casa y los repartió entre sus otros tres compañeros que debían ejecutar el plan al igual que pañuelos para ahorcar las víctimas. Ciriaco de la Rosa reveló durante el juicio posterior al asesinato lo siguiente:

“Después de apresarlas, las condujimos al sitio escogido, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María Teresa). Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta (Minerva), yo elegí a la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas.

Ordené a Pérez Terrero que permaneciera en la carretera a ver si se acercaba algún vehículo o alguien que pudiera enterarse del caso. Esa es la verdad del caso. Yo no quiero engañar a la justicia ni al pueblo. Traté de evitar el desastre, pero no pude, porque de lo contrario, nos hubieran liquidado a todos”.

Pero esas declaraciones que indicaban que la ejecución ocurrió en un cañaveral cercano fueron cambiadas años más tarde y aclaró a amigos cercanos que el crimen ocurrió realmente en los terrenos de la casa de la cumbre pues Peña Rivera quería ver los cadáveres con sus propios ojos antes de ordenar tirarlos por el Precipicio, pués tenía que dar un informe fidedigno a sus superiores,(esto coincide con las declaraciones del chofer del camion del Instituto de Seguridad social que dice haber visto vivas a las hermanas Mirabal en el trayecto hacia La Cumbre) fue así entonces que durante varios minutos unos quejidos y alaridos que no pudieron escucharse fuera de la estructura de la vivienda construida de adobe y forradas de caoba fueron emitidos, y con la respiración entrecortada, los sicarios dieron por teminada su labor de exterminio. Los cuerpos de las mujeres y el hombre ya no hacían ningún movimiento convulsivo, primero las habían ahorcado con pañuelos después vino la secuencia de palos para que sus cuerpos presentaran golpes del supuesto accidente. Estaban muertos. El sargento de la Rosa se dirigió entonces al aposento donde estaba el hombre del sombrero Stetson, que era Peña Rivera y le dijo: “Señor, misión cumplida”.

El capitán Peña Rivera ordenó entonces después de ver los cuerpos: “Esperen a que oscurezca un poco y busquen un lugar dónde derrumbar el jeep, recuerden que debe parecer un accidente”. Los cuerpos y el vehículo fueron depositados en la marquesina de la mansión de la cumbre a la espera de la noche, acto seguido, Peña Rivera y sus guardespaldas se montaron en el Mercedes Benz negro y se dirigieron a Santiago. Por el camino, el Jefe del SIM en el Cibao, llamó a la central en Ciudad Trujillo: “Ejecutada Operación Cumbre” que fue el nombre secreto asignado por el SIM a esta acción.

Ya oscureciendo, los sicarios Ciriaco de la Rosa, Alfonso Cruz Valerio, Emilio Estrada Malleta, Ramón Emilio Rojas Lora y Néstor Antonio Pérez, se dirigieron con los cuatro cadáveres en el yip a la sección Río Arriba, que enlaza las carreteras Luperón y Duarte , a pocos kilómetros de la Mansión de la Cumbre y en una pendiente que tiene unos 50 metros empujaron el vehículo con los cadáveres de las tres mujeres y el hombre (ver en foto de portada a Manolo y Leandro en el lugar). El día 27 de noviembre de 1960, en el periódico El Caribe apareció la noticia en la página tres, informado que dos días antes, o sea del 25, “tres hermanas y el chofer del yip en que viajaban, habían sufrido un accidente en la sección Río Arriba, que enlaza las carreteras Luperón con Duarte”.

Las hermanas Patria Mirabal de González, Minerva Mirabal de Tavárez y María Teresa Mirabal de Guzmán, habían perecido junto al chofer Rufino de la Cruz, “en un accidente que se presume ocurrió cuando el conductor perdió el control del vehículo placa J-19488, y cayó unos 50 metros, deteniéndose en la margen del río Guazumal”.

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