14 ene 2011

48 horas en la vida de Don Francisco

Con 70 años, el presentador chileno es la figura más rentable de Univisión. En Estados Unidos, Mario Kreutzberger (el famoso Don Francisco) es una celebridad reconocida en la calle. Debe ser la figura latina más influyente del país más poderoso del mundo, pero él pareciera no percatarse de eso. Solamente trabaja con la esperanza de llegar a cumplir medio siglo en la televisión. El mesero parecía discutir con la muchacha que atendía la mesa de Don Francisco, una veinteañera que había llegado hacía poco a Estados Unidos, inmigrando de Cuba. "Claro que los carros los regalamos de verdad", le dijo Don Francisco a la joven, con total normalidad, como si le hubiesen preguntado la hora. "¿Ves que era cierto?", le dice entonces la mesera a su colega y compatriota en tono de reproche, ante la mirada del animador chileno. Pero ella, sin sentirse avergonzada, contraatacó: "¿Cómo va a ser cierto, Don Francisco, que usted le regala un carro nuevo a la gente? Eso es imposible". Y es que en Miami, como en muchas ciudades de Estados Unidos, donde habitan casi 50 millones de hispanos, los programas de televisión de Don Francisco provocan una fascinación casi mágica. Al ver que el conductor chileno entabló un diálogo con los meseros, otros dos comensales se sumaron a la conversación. Los siguieron cuatro, ocho, dieciséis personas. Lo mismo ocurrió al día siguiente, en Bal Harbour Shops, uno de los centros comerciales más elegantes de Miami Beach. Aunque el tipo de público era distinto, casi nadie se resistía a acercársele. Desde el año 2000, más de la mitad de los niños que nacen en Estados Unidos son hispanos. Y todos aprenden muy pronto quién es Don Francisco. Una semana antes de que Mario Kreutzberger abordara un crucero por el Caribe junto a su señora, sus hijos y sus nietos para celebrar sus 70 años, el diario chileno El Mercurio viajó a Miami, para conocer, personalmente, durante 48 horas, cómo es la vida de la máxima figura televisiva chilena, en esa segunda patria suya a la que llegó hace más de dos décadas. El emperador En Miami, Don Francisco maneja un Bentley, un auto de lujo que a simple vista no lo parece, pero cualquier conocedor sabe que se trata de un carro exclusivo. La máquina alcanza una velocidad de 312 kilómetros por hora, pero él no sobrepasa los límites permitidos. Lo más impropio que hace al volante es leer sus correos en su BlackBerry. Desde hace 18 años, vive en la misma casa, construida en una isla al norte de Miami Beach. Según un censo elaborado en el 2000, el suburbio donde habita el conductor de televisión está catalogado como una de las diez comunidades residenciales más acaudaladas de Estados Unidos. Entre sus célebres vecinos están Julio y Enrique Iglesias, un jeque árabe y uno de los fundadores de Calvin Klein. Allí, Don Francisco vive con su señora, Temmy Muchnik. Un matrimonio de chilenos habita también la casa y se ocupa de las labores domésticas, así como de preparar comida chilena. Su hogar es del tipo "inteligente", a través de pantallas LCD se pueden programar las luces, la temperatura ambiente, la alarma... La decoración integra motivos alusivos al judaísmo, religión que profesan los dueños de casa. También hay pinturas de Botero y Carmen Aldunate. A cinco minutos de su tecnológica morada está uno de los restaurantes favoritos del chileno: la Parrillada Las Vacas Gordas, en Normandy Drive. El dueño del local, el uruguayo Luis Gajer, es amigo de Don Francisco, por lo que cuando este le dijo que iba a ir a cenar no dudó en mantener su establecimiento abierto hasta la medianoche. Gajer se sentó a la mesa de los comensales con una copa de vino y un puro, para hablar de Don Francisco. "Ustedes en Chile quizás no alcanzan a dimensionar lo enorme que es este hombre", dijo. Uno de los datos que aparecen en la conversación es que cualquier candidato presidencial norteamericano sabe que uno de los eventos claves de la campaña es la entrevista que le realice Don Francisco. Ya se ha vuelto una obligación. Agenda organizada Cada noche, antes de acostarse, Don Francisco encuentra a los pies de su cama un documento impreso con la agenda detallada de las actividades del día siguiente. Lo más probable es que tenga alguna reunión en la mañana y luego partirá, antes del mediodía, a Univisión, el canal hispano en Estados Unidos en el cual trabaja desde abril de 1986. Por esa época, Don Francisco era funcionario del canal 13 de Chile. Entonces salió a probar suerte al mercado norteamericano, donde no lo conocían, sin dejar de lado su programa en su tierra natal. Su primer contrato con Univisión fue semanal. Dos noches a la semana dormía en avión. Al poco tiempo logró un contrato por un año en Univisión, que comenzó a requerirlo cada vez más, por lo que arrendó una habitación en Miami. Tantos viajes lo deprimieron. Así que, para no sentirse tan ajeno cuando estaba en el extranjero, se hizo en Miami una réplica de los objetos que tenía en Chile: duplicó los muebles y la ropa. Esta rutina duró hasta 1992, cuando se radicó en Estados Unidos. Sábado Gigante dejó de grabarse en Chile y su equipo se instaló en Miami. Desde entonces su jornada laboral ha sido prácticamente la misma y dura 12 horas al día. La maratón Don Francisco adora lo habitual. Aunque trata de producir todo el tiempo ideas novedosas para sus programas Sábado Gigante y Don Francisco presenta, no puede evitar aferrarse a lo conocido. Trabaja desde hace décadas con las mismas personas; cada vez que comienza una grabación sube al escenario cantando la misma canción (Cómo quieres que te quiera, si tú nunca me has querido...), y en su camerino se sienta en el mismo sofá de hace 20 años. Si bien el canal le habilitó un moderno y lujoso camerino, él solo ocupa una pequeña habitación. Ahí almuerza todos los días la comida casera. Tampoco ocupa mucho su grande y cómoda oficina formal en el área administrativa. Solo pasa por ahí, todos los días, cargando su vianda y su boina azul. A simple vista, parece un empleado más. Pero sus programas producen un tercio de los ingresos del canal y él es la figura más relevante y rentable de Univisión. El 28 de diciembre pasado, Don Francisco cumplió 70 años y los celebró en alta mar, en algún lugar del Caribe. Después de apagar las velas, y mientras miraba el océano, escribió esta frase: "La vida es una maratón en la que, conforme pasa el tiempo, el avance se vuelve más difícil y lento". Pese a que Mario Kreutzberger ha conseguido mucho más de lo que cualquiera pudiese imaginar, él se toma la vida como una maratón, en la que la meta se aleja un par de kilómetros cuando pareciera que está a punto de llegar. El sueño más próximo que tiene es sumar 50 años haciendo televisión. Esa meta se cumple en el 2012. Su contrato actual le alcanza de sobra para lograrlo. Él no se confía.

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