19 ene 2011
Se cumplen 50 años desde que la seducción de Kennedy llegó al poder
En los corredores de la Casa Blanca aún se habla de las palabras pronunciadas por John F. Kennedy.
"No se pregunten lo que Estados Unidos puede hacer por ustedes. Pregúntense qué pueden hacer ustedes por Estados Unidos", instó Kennedy, en traje de chaqueta y sin abrigo, a la multitud congregada en el Mall de Washington la gélida mañana del 20 de enero de 1961.
La mezcla de ilusión y determinación del joven senador de Massachusetts había conquistado a un país que comenzaba a ver al general Dwight D. Eisenhower como el abuelo de las clásicas ilustraciones de Norman Rockwell, y que buscaba una mirada fresca para remontar la Guerra Fría e impulsar la economía nacional.
A sus 43 años, Kennedy iba a convertirse en el presidente más joven de la historia del país, tras una trepidante campaña electoral que se vivió por primera vez ante las pantallas y se cerró con un estrecho margen de ventaja sobre su oponente, el entonces vicepresidente Richard Nixon.
Aún en blanco y negro, y por las tres cadenas de televisión que existían entonces -'CBS', 'NBC' y 'ABC'-, millones de estadounidenses siguieron expectantes aquel discurso inaugural, que marcaría la entrada a la Casa Blanca de una fotogénica familia con dos niños pequeños y una primera dama, Jackie Kennedy, que destilaba elegancia.
Los que escucharon aquella mañana al nuevo mandatario no podían imaginar la huella que dejarían sus palabras en la conciencia colectiva de Estados Unidos.
David Rubenstein, presidente de la Junta del Centro Kennedy en Washington, explica con sencillez cuál fue el éxito de JFK entre la gente: "A pesar de que su presidencia fue interrumpida, Kennedy trajo optimismo por el futuro y, por eso, esos tiempos recuerdan a la gente días felices y traen recuerdos agradables".
Aún hoy en día, los estadounidenses perciben que JFK fue uno de los "grandes presidentes" y una encuesta de 'USA Today' publicada este miércoles lo coloca por encima de las tres cuartas partes de todos los mandatarios.
De aquí que, en opinión de Dan Fenn, que ahora tiene 87 años pero fue uno de los ayudantes de Kennedy en la Casa Blanca, "50 años después, su presidencia aún tenga tirón en el pueblo estadounidense".
El trigésimo quinto presidente del país llegó al poder con la promesa de hacerlo "avanzar de forma segura a través de los 60", y la petición de comenzar una tarea que no podría acabar durante su mandato, que quizá no se cerraría "en la vida de este planeta": la de luchar contra "la tiranía, la pobreza, la enfermedad y la guerra".
Poco antes del ecuador de su mandato, cuando tres balas truncaron su vida un 22 de noviembre de 1963 en Dallas (Texas), el idealismo que impregnaba esas propuestas serviría para forjar la leyenda de Kennedy, un mito venerado por ambos signos políticos y convertido en vara de medir de todo aspirante a dirigir el país.
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