El presidente de EEUU, George W. Bush, que inició su mandato bajo la sombra del 11-S y lo cierra bajo el peso de una desastrosa crisis económica, se marchará como uno de los mandatarios más impopulares de la historia. Bush, que abandonará el cargo el 20 de enero, dejará a su sustituto, demócrata Barack Obama, numerosos problemas pendientes de resolver y una población muy descontenta con el derrotero actual.
El problema más acuciante, sin duda, será la crisis económica, que condicionará el comportamiento del nuevo presidente al menos durante su primer año en el poder, si no los dos primeros.
Bush se ha prodigado en intervenciones públicas sobre la marcha de la economía, pero su gran impopularidad ha impedido que sus declaraciones hayan hecho mucho por tranquilizar al electorado.
El presidente ha sido uno de los principales promotores del plan de rescate financiero valorado en 700.000 dólares. La Casa Blanca ha indicado que está abierto a una segunda iniciativa para estimular la economía, similar a la que hace unos meses devolvió cerca de 158.000 dólares en impuestos a los contribuyentes.
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