19 ene 2011

Ricky Martin: "No importa lo que pase ahora: yo estoy en paz"

El cantante puertorriqueño habla de su vida y su carrera, tras revelar su homosexualidad, reflejados en su flamante disco y su autobiografía. Jesús Ruiz Mantilla El País De haber traspasado fronteras en español como objeto de deseo para unas a serlo hoy para otros, hay un salto importante. Primero, en números: el día en que Ricky Martin lanzó por Twitter su confesión más íntima empezaron a seguirlo dos millones de usuarios. Después, en felicidad. "Hoy acepto mi homosexualidad como un regalo que da la vida. ¡Me siento bendecido por ser quien soy!", dijo cuando lo soltó en la Red. Por último, en cifras. Que el niño prodigio del grupo preadolescente Menudo, capaz de causar furor en los ochenta, se transforme hoy en un hombre maduro y gay puede cambiar las formas y avivar hasta el lánguido y moribundo negocio del disco. El mensaje corrió como la pólvora. Más que el día del anuncio de su paternidad de los gemelos por medio de una madre de alquiler. Más que muchos de los éxitos que hicieron que este niño grande de San Juan de Puerto Rico (donde nació, en 1971) se convirtiera en un fenómeno latino a escala planetaria, portada de la revista Time y no cayera de esa brecha de éxitos desde hace más de 20 años. El sex symbol salía del armario, la estrella del contoneo, la cadera y las fans hacía pedazos su propio molde y echaba por tierra los cimientos de un fenómeno sensual, picante, enérgico y global. ¿Un mal negocio? No parece. Ahora acepta que muchos le puedan echar en cara las consecuencias de su bombazo como una medida operación de marketing. Lo hizo justo antes de que aparecieran sus memorias, publicadas por Plaza & Janés, y cuando preparaba un nuevo disco. Pero, antes que nada, fue un desahogo: "Bueno, pueden pensar lo que quieran. En este punto de mi vida, con mi libro publicado, creo que he sido completamente transparente. Como he dicho en alguna ocasión, lo que pase a partir de ahora no lo sé; yo lo único que digo es que estoy en paz". Todo lo demás le resbala. "¿El resto qué importa? La gente, desde que salí, ha visto esa realidad, esa honestidad, esa cara limpia. Algunos dirán que lo hice para vender discos; pues bueno, si lo piensan así, es porque nunca se han puesto en mi lugar." El artista comenta todo eso con la cara recién lavada, el pelo mojado tras una sesión de fotos en el cuarto de baño, tomándose un cafecito y dispuesto a confesarse a fondo en un hotel de Madrid. Es el nuevo Ricky, sin medias tintas; transparente y feliz; con su libro en la calle y nuevo disco. Más: Música +Alma+Sexo, en el que cuenta sin ambages su liberación y su antiguo calvario. Un disco que le ha servido para decir hasta aquí en canciones como "Basta ya", en el que restan esencias del Ricky eterno, dirigido a los de siempre y a la vez a un nuevo público, el firmamento gay universal. Las confesiones son directas y muy sinceras; se siente liberado y cómodo al hablar de su presente, de su pasado y de lo que tenga que venir. Ya está harto de esconderse. "Cuando acepto todo, me miro fijamente al espejo y me digo: «Esta es tu naturaleza; deja ya de pelear, de batallar. Quiérete, ámate.» Si yo hubiera gastado las mismas energías en un gimnasio para tratar de dominar una manera de ser, tendría los abdominales más envidiables del mundo." Desde que a los 11 años se subió a un escenario con otros chicos de su edad, no ha parado de correr: correr hacia adelante; correr sin pensar, sin mirar a los lados; correr para huir de sí mismo y sin saber bien quién era. Trataba de agradar para conseguir ser aceptado y aceptarse. Un día, Madonna, gran amiga suya, se lo dijo: "Deja de dar entrevistas, Ricky. Todo el mundo sabe quién eres". Pero ¿y él? ¿Lo sabía él? "Yo no lo sabía. Como cuento en el libro, veía 200.000 personas desde un escenario, en estadios, tres continentes en 24 horas, y tenía una necesidad enfermiza de ser aceptado y trabajar y trabajar para no pensar mucho."www.lanacion.com

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